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USO - 103914779627/A
E
naturaleza “tánica” y menos ácida que los
blancos, normalmente se sirven a temperaturas
más altas. Los vinos tintos jóvenes poco tánicos
se sirven normalmente entre 14 °C y 16 °C. Sin
embargo, con los más carnosos se puede
llegar a los 16 °C y, excepcionalmente, a los
18 °C.
Los vinos tintos jóvenes, tánicos y poco
estructurados, pueden servirse también entre 12
°C y 14 °C sin que se resulten astringentes y
manteniéndose agradables. Esta norma vale
para los vinos nuevos que, gracias a su técnica
particular de vinificación, se presentan con
escasa cantidad de taninos y pueden servirse
más fríos que los otros vinos tintos,
presentándose igualmente agradables.
Vinos espumosos
Considerando la notable cantidad de tipos de
espumosos existentes, establecer una norma
válida para todos tendría poco sentido. Los
espumosos blancos, dulces y aromáticos deben
servirse a una temperatura de 8 °C. Gracias a
su aromaticidad, pueden soportar bajas
temperaturas.
Los espumosos dulces tintos, como por ejemplo
el Brachetto, pueden servirse a temperaturas
comprendidas entre 10 °C y 12 °C. También
en este caso los espumosos más aromáticos
soportan temperaturas más bajas, de hasta 8
°C, mientras que para aquéllos un poco más
tánicos será necesario aumentar la temperatura
hasta llegar a 14 °C.
Los espumosos secos, denominados de
“método Charmat” o “método Martinotti”,
como por ejemplo algunos proseccos, pueden
servirse a temperaturas comprendidas entre 8
°C y 10 °C.
Una consideración particular debe hacerse en
cuanto a los espumosos “método clásico” y a
los “méthode Champenoise” como el
champán: en general estos espumosos se sirven
a temperaturas comprendidas entre 8 °C y 10
°C pero si se trata de “milesimados”
importantes o de cualquier forma de espumosos
afinados por largo tiempo, se puede llegar
incluso a 12 °C para favorecer el desarrollo de
los aromas complejos que, lenta y
fatigosamente, se han desarrollado en el
transcurso del tiempo.
Vinos añejos y licorosos
La característica común a estos dos tipos de
vinos es, en general, el alto porcentaje de
alcohol y, con frecuencia, el dulzor. Sin
embargo, existen vinos licorosos secos, como
por ejemplo el Marsala, que contienen una
cantidad de azúcares que no llega a ser
percibido al gusto. Para estos vinos la
temperatura de servicio debe establecerse en
función de la cualidad que se desee destacar.
Si se prefiere acentuar su dulzor, la
complejidad de su perfume y su austeridad,
convendrá servirlo a una temperatura alta, entre
14 °C y 18 °C, recordando que en este caso
también el alcohol será puesto en evidencia.
En cambio, si se desea favorecer su frescura, y
en el caso de vinos muy dulces en que se
prefiere mitigar esta característica, será
necesario servirlos a una temperatura inferior,
comprendida entre 10 °C y 14 °C.
Los vinos licorosos secos, frescos y jóvenes,
pueden servirse a temperaturas más bajas e
inferiores a 10 °C. De esta forma se reducirá
notablemente la percepción del alcohol. Sin
embargo se debe recordar que, mientras más
baja sea la temperatura, menor será el
desarrollo de los aromas. El agrado y la
complejidad de aromas típicos de estos vinos
es una característica interesante y bienvenida:
servirlos demasiado fríos también significa
sacrificar este importante aspecto.
Temperaturas de conservación
Para apreciar adecuadamente las cualidades
organolépticas de cada vino, es necesario que
la conservación y el consumo se efectúen a
determinadas temperaturas. Le recomendamos
las siguientes temperaturas ideales para los
distintos tipos de vino.
Tipo de vino Temp. (°C)
Blancos jóvenes 10 - 12
Blancos maduros 12 - 14
Rosados jóvenes y ligeros 10 - 12
Rosados maduros y carnosos 12 - 14
Tintos nuevos 10 - 14
Tintos jóvenes, poco tánicos y
ligeros
14 - 16
Tintos maduros, tánicos y carno-
sos
16 - 18
Tintos muy maduros y afinados 16 - 18
Espumosos dulces y aromáticos 8
Tintos espumosos dulces y aro-
máticos
10 - 12
Espumosos “método Charmat” 8 - 10